viernes, 28 de marzo de 2014

011


El silencio inundaba la oscuridad de la noche, dos almas bagaban por la calle sin rumbo alguno, la tristeza se había convertido en el escándalo que había en mi interior. No sabía si quería quedarme ahí o huir justo en ese momento, solamente quería gritar, gritarle que no me dejara sola esa noche y se quedara a mi lado sin importar lo que pasaría después, pero no era capaz de hacerlo, no me atreví a arruinar sus planes con tal de cumplir los míos y lo dejé ir, lo vi marcharse aquella noche conteniendo el llanto que me reclamaba a gritos por no dejarlo salir. 

No era una noche cualquiera pero tampoco era una noche especial, simplemente era la noche que quería tenerlo cerca, la noche que sin querer llego y asoló con todo sin importarle el daño que dejaba atrás.

El frío recorría lentamente mi cuerpo, y sus brazos, que eran los únicos que podían protegerme ya no estaban. Las horas pasaban despacio, como si disfrutaran al observar mi agonía, como si estuvieran cansadas de avanzar en esas manecillas. "Tic-toc, tic-toc", no pasa nada. 

¿Por qué no eras capaz de darte cuenta?, ¿era necesario que yo te lo dijera?. 

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